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				El Petróleo en 
				
				Uruguay   
				
				
				 Durante 
				la última década se ha reactivado en Uruguay la exploración 
				petrolera impulsada por ANCAP, después de casi 30 años de 
				inactividad. Dicha reactivación se debe a cambios en los modelos 
				geológicos conceptuales y exploratorios, así como a una nueva 
				realidad energética mundial y regional. Existen en el país cinco 
				cuencas sedimentarias que pueden albergar petróleo: tres en 
				tierra u onshore(cuencas Norte, Santa Lucía y Laguna Merín) y 
				dos en el mar u offshore (cuencas Punta del Este y Pelotas). 
				Todas son consideradas por la industria “cuencas de frontera 
				exploratoria”; es decir, de alto riesgo, ya que aún no ha habido 
				en ellas descubrimiento de hidrocarburos.   
				
				
				Diversos elementos y procesos geológicos, agrupados en el 
				concepto de “sistema petrolero”, son requeridos para lograr una 
				acumulación de petróleo y/o gas en una cuenca sedimentaria. Para 
				empezar, debe existir una roca generadora, típicamente una roca 
				sedimentaria de grano fino, llamada lutita, con una cantidad y 
				calidad apropiadas de materia orgánica, producto de la 
				acumulación de restos de seres vivos. Adicionalmente, esa roca 
				debe haber alcanzado condiciones de “madurez” debido al 
				enterramiento progresivo bajo el peso de otras rocas, lo cual 
				resulta en un aumento de presión y temperatura que transforma la 
				materia orgánica, generando petróleo y gas.   
				
				
				En acumulaciones convencionales, el hidrocarburo generado migra 
				hasta alcanzar una roca porosa y permeable, tal como una 
				arenisca o caliza, que actúa como reservorio. En otros casos, el 
				hidrocarburo está alojado en yacimientos no convencionales, como 
				las propias lutitas, areniscas compactadas, capas de carbón, 
				hidratos de gas, etcétera. Estas acumulaciones no convencionales 
				tienen mayor extensión que las convencionales, pero es más 
				costoso explotarlas y se requieren técnicas específicas para 
				estimular su producción, como por ejemplo el fracturamiento 
				hidráulico (fracking).   
				
				 Hay 
				antecedentes de actividades de exploración en algunas de las 
				cuencas sedimentarias de nuestro país. Las cuencas Norte y Santa 
				Lucía fueron históricamente exploradas durante la segunda mitad 
				del siglo pasado, y la primera de ellas es de las cuencas onshore la 
				que presenta el mayor potencial de contener acumulaciones de 
				hidrocarburos. En la cuenca Norte existen varias rocas 
				potencialmente generadoras, como la Formación Cordobés (del 
				período Devónico, con 400 millones de años) y la Formación 
				Mangrullo (del Pérmico, con 270 millones de años).   
				
				
				La Formación Mangrullo tiene altos valores de materia orgánica 
				de excelente calidad, pero está inmadura por falta de 
				enterramiento progresivo. De todas formas, las rocas de esta 
				formación constituyen el único combustible fósil probado en 
				Uruguay, que no tiene nombre específico y se conoce erróneamente 
				bajo el nombre de esquistos bituminosos. Tal combustible puede 
				quemarse directamente como si fuera un carbón de bajísima 
				calidad, o bien extraerse de él aceite sintético por 
				calentamiento (en un proceso denominado pirólisis). La Formación 
				Cordobés posee menor cantidad y calidad de materia orgánica, 
				pero en algunas zonas profundas de la cuenca podría haber 
				sufrido un soterramiento suficiente como para generar 
				hidrocarburos. El trabajo de investigación al respecto se centra 
				en determinar si existió o no generación y migración de 
				hidrocarburos, y dónde se habrían entrampado.   
				
				
				Las cuencas offshore, las de mayor potencial en el país, fueron 
				históricamente subexploradas, con sólo dos pozos exploratorios 
				en un área de más de 120.000 km2; que fueron perforados en 1976 
				con un objetivo diferente del que se busca en el presente. Tales 
				cuencas son de un gran espesor, que alcanza los ocho kilómetros. 
				Eso, sumado a la probable presencia de rocas generadoras de 
				distintos tipos, hace plausible que en ciertas zonas se hayan 
				generado y expulsado hidrocarburos.   
				
				
				Las empresas que trabajan offshore han realizado un importante 
				trabajo exploratorio en los últimos años. Como resultado de 
				éste, Uruguay cuenta hoy con un gran volumen de datos de sísmica 
				3D (que se suman a los de sísmica 2D disponibles anteriormente), 
				electromagnetismo y muestras de fondo marino. La empresa 
				francesa Total tiene previsto realizar en pocos meses un pozo a 
				más de 2.500 metros de profundidad, que aportará información muy 
				valiosa sobre el potencial hidrocarburífero de las cuencas 
				offshore. La investigación en estas cuencas se centra en 
				entender la evolución del margen continental, la identificación 
				de los sistemas petroleros y los modelos de acumulación de los 
				hidrocarburos.   
				
				
				Si bien hoy en día se lleva a cabo la mayor actividad 
				exploratoria de hidrocarburos en la historia en el país, tanto 
				en tierra como en mar, aún falta mucho trabajo para determinar 
				el potencial de hallazgo y explotación de petróleo. Idealmente, 
				todo trabajo de exploración debería culminar con la realización 
				de una perforación exploratoria, la cual implica previamente 
				realizar un trabajo de adquisición de datos y de interpretación, 
				y un análisis cuidadoso y riguroso de éstos, etapa en la que nos 
				encontramos actualmente. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que 
				esta culminación no es siempre exitosa, ya que estadísticamente, 
				a nivel mundial, sólo tres de cada diez pozos exploratorios que 
				se perforan resultan en un descubrimiento.   
				
				
				En lo referido a esta exploración y a la posibilidad de hallar 
				petróleo, Uruguay se enfrenta a diversos desafíos, entre ellos 
				los relacionados con la institucionalidad y regulación 
				específica del sector, la formación de recursos humanos 
				calificados, el desarrollo de infraestructura y de servicios 
				locales de calidad, y la evaluación del impacto sobre otras 
				actividades. Particularmente, la Facultad de Ciencias debe 
				asumir un papel preponderante en la formación de científicos y 
				en la consolidación de una fuerte línea de investigación en esta 
				área.   
				
				
				Ya se han incluido tópicos sobre geoquímica orgánica, 
				perforación y registros de pozo en cursos de la Licenciatura en 
				Geología, y también se han incorporado asignaturas específicas 
				como Geología del Petróleo y Estratigrafía de Secuencias. 
				Además, está en proceso de consolidación un grupo de 
				investigación que trabaja en proyectos científicos sobre la 
				caracterización geoquímica de rocas generadoras del Devónico y 
				el Pérmico en la cuenca Norte, la identificación de sistemas 
				petroleros y la descripción de nuevos modelos conceptuales de 
				entrampamiento de hidrocarburos, entre otros. Es de esperar que 
				el capital humano y el conocimiento generado en la materia se 
				constituyan en un eje de retroalimentación permanente con las 
				instituciones que eventualmente intervengan en el proceso, entre 
				ellas ANCAP y las compañías petroleras internacionales.   
								
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